miércoles, 15 de enero de 2014

Capitán de Dique en Astilleros de Santander (I)

Capitán de Dique en Astilleros de Santander (I)

Cuando llevaba unos dieciséis años navegando, con cuatro hijos –de los que no había visto nacer a ninguno, que se dice pronto- y pensando que era hora de “vivir” la vida familiar, surgió la posibilidad de entrar como Capitán de Dique en “Astilleros de Santander”, situados en la localidad de El Astillero, a unos nueve kilómetros de Santander. Por esa época formaban parte de la paraestatal “Astilleros Españoles S.A.”. Así pues, abandoné mi último barco, el frigorífico “Río Besaya”, en el puerto francés de Bayona, entregué el mando a mi relevo y me dispuse a pasar mis vacaciones, ignorando la oportunidad que me esperaba a los pocos meses de quedarme en tierra.



En Octubre de 1972 entré en el Astillero. Mi cometido era múltiple: no sólo las maniobras con buques, sino también el mando y sobre todo la coordinación de los diversos Gremios –Andamios, Movimiento de Piezas, Grúas, Collas de limpieza y pintado de buques, etcétera- lo que abarcaba un campo de actividad incesante y muy variado. En contraste con lo que hoy sucede, en esos años teníamos en el Astillero –dedicado principalmente a la reparación- un promedio de unos quince o veinte barcos al tiempo, lo que significaba que cuando no había maniobra de buques, tenía la misión de repartir a estos gremios para todos los trabajos y atender las peticiones de los Jefes de Buque (Maquinistas Navales con título de Jefe de Máquinas y amplia experiencia en la mar), a su vez presionados por los Inspectores de las Navieras de los barcos que estaban reparando.



Como muestra citaré que en varios años, el promedio de fines de semana “pringados” en maniobras era de unos 40, de un total de 52 que tiene el año. Esto sin contar que las maniobras, al depender de las mareas, podían empezar de madrugada o alcanzar las horas de la noche y todo ello sin cobrar horas extras ni festivos, como sí lo hacía, lógicamente, todo el personal a mis órdenes. Como es obvio, estas maniobras obligaban a estar de guardia al personal de Mantenimiento (todos aquellos que debían conectar gas, corriente, agua, etcétera, al barco de que se tratara). En este aspecto, recuerdo una ocurrencia simpática que tuvo en su momento el Jefe de estos Servicios, un Perito Naval, al que le surgió la oportunidad de un buen puesto de trabajo en la conocida fábrica de chocolate de Nestlé en La Penilla. Al preguntarle tiempo después qué tal le iba en su nuevo trabajo me contestó que “muy bien… sobre todo porque no hay ninguna chocolatina que esté de salida un fin de semana”.

Debido a estas particularidades, no era raro que cualquiera de mis operarios ganara al mes más que yo. Debo admitir que, desde el primer momento, me sentí incómodo. Normalmente en todas las Factorías que conozco exigían para un Capitán de Dique que hubiera tenido un mando de barco, pero lo que yo viví era como si te echaran para atrás y te dijeran “Tú, ahí en segunda fila, nada de Capitán, más bien Sargento de Dique”. ¿Por qué? Daré algunos detalles para entendernos:



-Para empezar me encontré con el tema “sueldo”: era casi exactamente la cuarta parte del último que devengué como Capitán en la flota de Pereda, al menos en los primeros tiempos. Aunque el cargo estaba dentro de lo que allí se llamaba “Nómina Complementaria” (o de Dirección) se traducía en que, por ejemplo, yo no sólo no tenía derecho a cobrar por las horas extras, sino que ni siquiera podía librar un día a la semana si había trabajado en festivos, detalle al que sí tenía derecho el personal que hubiera estado conmigo en ese trabajo.



-Cuando teníamos maniobras a la hora de comer y se traían bocadillos y bebida para todos, yo tenía que pagarme el mío. Con el tiempo, este tema se arregló y por lo menos no tenía que abonar el dichoso bocadillo…



-También fue una sorpresa la primera vez que salí a pruebas con un barco: el Jefe de Buque (un Jefe de Máquinas con el que había navegado en Pereda) me preguntó qué había traído para comer y al decirle que nada, que esperaba que el Astillero nos suministrara la comida -como había visto en todos los Astilleros que conocía- me aclaró que de eso nada, y que menos mal que él había traído cosas de sobra y ya nos arreglaríamos. También esto acabó por superarse y, pasado un tiempo, entendieron que era mejor llamar a un Hotel de la localidad, que traía cocinero y camareros a bordo.



-Me sentía continuamente cuestionado, sobre todo en lo profesional Yo había visto que mis colegas de otras Factorías tenían libertad, por ejemplo, para nombrar a sus marineros entre gente de mar y aquí no era tal; se les llamaba Marineros pero ninguno había navegado (casi todos eran gente de campo, con sus vacas y sus trabajos agrícolas) e incluso varios de ellos se mareasen al salir de pruebas con algún barco. Poco a poco fui consiguiendo que algunos de la plantilla fueran marineros de verdad y esto nos permitió salvar los casos más urgentes.



- A veces la Dirección se empeñaba en que iba a venir tal o cual barco con un calado que era imposible para maniobrar en las aguas del Astillero y cuando yo hacía notar que no podía ser, me contestaba el Director que él se hacía responsable, a lo que tenía que aclararle que, si había alguna avería, al que harían responsable era a mí, a quien la Comandancia de Marina podría poner el título “a remojo”. En más de una ocasión, al afirmar que tal barco no podía subir al Astillero por sus calados o sus condiciones, mis Jefes llegaron a llamar, en mi presencia, a los Prácticos de Santander, quizás en un intento de presionarles. Se quedaban extrañados cuando éstos hacían notar que era el Capitán de Dique quien tenía la última palabra y que si yo decía que no, era que no. En otras ocasiones se discutía el empleo de los remolcadores a utilizar para determinadas maniobras que debían hacerse “por encima de todo”, aunque hubiera uno de esos temporales del Sur tan típicos de Octubre en Santander. Fue una lucha constante, principalmente con los Ingenieros Navales… y siento tener que decirlo (por lo que ya expliqué anteriormente) pero así era, aunque en honor a la verdad tuve también algunos de ellos con los que no había problema y comprendían el territorio de cada uno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario